Hasta comienzos del siglo xx se creía que nuestra Galaxia, con sus inmensas dimensiones y la incalculable cantidad de astros que en ella se encierra, era el Universo. Las magnitudes de su ámbito, que progresivamente iban conociéndose, bastaban para colmar la imaginación de los astrónomos , y parecía impensable que pudiera existir algo más allá de ella, hasta que los astrónomos empezaron a estudiar con especial cuidado un tipo especial de nebulosas en espiral.
M51 Galaxia Torbellino realizada por A.A. Perseo |
Parecía imposible calcular la distancia a estos universos-isla, como entonces empezó a llamárseles, cuando un hallazgo inesperado deparó al hombre tan inaudita posibilidad. Fue una mujer, Henrietta S. Leavitt, la que descubrió que el período de oscilación de las cefeidas está en razón directa de su luminosidad intrínseca: cuanto más tarda en oscilar, más brillante es. Por tanto, si vemos una cefeida lenta y muy débil, deducimos que está lejanísima, ya que su brillo intrínseco es muy grandes; por el contrario, una cefeida rápida tiene un brillo real más bajo, y si la vemos más luminosa que la anterior es solo por razones de cercanía. Se llegó, así a establecer, una tabla que relaciona la magnitud aparente de las cefeidas, su periodo y su distancia: conocidos el periodo y la magnitud aparente, se podía ya calcular la distancia. Pues bien: utilizando placas supersensibles en los más potentes telescopios se han detectado también cefeidas en otras galaxias.
Galaxia de Andromeda. |
Hoy se estima que existen miles de millones de galaxias en un espacio no inferior a diez mil millones de años-luz.